miércoles, 29 de octubre de 2008

Llegar tras un largo viaje
y aparcar en la acera del olvido.
Observar la puerta añeja
controlado todos sus detalles.
Entrar y sentir volver a la infancia
notando la entrada empapada.
Recorrer mi mente por los recuerdos
y oler la humedad.
Buscar la inmensa llave
que abre la cuadra de los recuerdos.
Adentrarse oliendo y sintiendo
como toda una VIDA
ha transcurrido allí.
Sin poder dejar de inspirar,
cada aliento devuelve una pizquita de amor.
Palpar imágenes pasadas y entrañables,
que aunque nunca volverán,
siempre estarán presentes día a día.
Querido número 52 de la calle Túbal...
tan antiguo y tan auténtico,
enrédame en tu paso por la VIDA

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